Un día como hoy, en 1997, se reñía en Utah la Final de la NBA entre los Chicago Bulls y los Utah Jazz. ¿Por qué es importante mencionarlo hoy, 21 años después? El partido pasó a ser conocido en la historia como el “Flue Game” teniendo como protagonista al astro Michael Jordan.
Los Bulls se habían impuesto en los dos primeros partidos jugados en el United Center, pero los Jazz ganaron los siguientes dos. La serie estaba igualada (2-2), era el día del quinto partido, el que decidiría el rumbo por el codiciado trofeo, pero Michael llevaba 17 horas con fiebre, sin hablar de la deshidratación.
Los médicos desaprobaron la participación del líder de los Bulls, pero Jordan con más corazón que fuerza, y sin entrenamiento, apareció en cancha. Su compañero Scottie Pippen, confesó después del partido:
“Cuando le vi entrar en el vestuario pensé que era imposible que pudiera jugar. No podía ni ponerse el uniforme”.
Sin embargo, enfatizó:
“Seguramente, un jugador normal no habría podido, pero estamos hablando de Michael Jordan”.
Luego de un primer parcial en que los Jazz terminaron con 13 puntos de ventaja, Jordan se hizo presente y cerró la mitad con una desventaja de solo cuatro puntos. Es en el último cuarto, cuando los Jazz lograron una cómoda ventaja de 77-69 y Jordan emergió brindándole a los Bulls la oportunidad de ganar el partido. Con el encuentro empate y 26 segundos para el final, Jordan anotó un triple decisivo que puso el marcador 85-88 a favor de Chicago. Al final, los Bulls se llevaron la victoria por un ajustado margen de 88-90 y pusieron la serie a punto de mate 3-2.
Los 38 grados de fiebre no afectaron las estadísticas del estelar Michael Jordan quien terminó la noche con: 38 puntos, siete rebotes, cinco asistencias, tres robos, un tapón y dos triples, en 44 minutos de juego. Las imágenes de Jordan visiblemente afectado con la ayuda de Pippen al final del partido son dignas de recordar como parte de la historia de la NBA.