Serena Jameka Williams Prince creció en los suburbios angelinos donde la única ley es la de la calle. Ella es mujer, madre, campeona y una afroamericana que nunca oculta su carácter. Cada vez que puede denuncia el discrimen racial, social y de género. Sin quitarle peso a su comportamiento, clasificado por muchos como ´rabieta´, Serena Williams mantuvo su esencia, es la luchadora que siempre quiso ser.
Para que estemos claros, está Serena y está el tenis. Está el deporte y está Serena. Es por eso, que la ola de reacciones sobre lo ocurrido entre el juez Carlos Ramos y la 23 veces ganadora de Grand Slams es extremadamente variada. Ya dice el dicho que todo depende del cristal con que se mire.
Reincidente
2009, 2011 y 2018. Estos tres años Serena Williams ha sido penalizada por los jueces en la cancha. En los primeros dos por amenazas. Y en el más reciente, este sábado, 9 de septiembre, en la Gran Final del USA Open que perdía ante la nipona 17 años menor. Serena llamó ´ladrón y mentiroso´al juez, luego de que el portugués le aplicó el reglamento por alegadamente recibir instrucciones de su entrenador desde las gradas.
La guerrillera que no teme a nada, rompió la raqueta, perdió el control, sacó la fiera, se desequilibró, lloró, levantó la voz, acusó, enfrentó, señaló, hizo hincapié en el sexismo, mencionó su maternidad y aceptó la inevitable derrota.
Al otro lado, Naomi Osaka, de solo 20 años, aguardaba tranquila o desconcertada por la situación, pero mantuvo su enfoque hasta lograr convertirse en la primera tenista japonesa, hombre o mujer, que conquista un Grand Slam.
Osaka perdió su momento, involucrada en un espectáculo causada por la más grande tenista de todos los tiempos, su ídolo, y ahora su rival, ante más de 24 mil personas. Serena perdió (6-2, 6-4) y no saludó al juez, como requiere el protocolo, pero participó de la premiación en la que solicitó un cese y desista a los que se enfrentaba la ahora campeona. Una campeona emocionalmente afectaba, que lloraba mientras permanecía al lado de la heroína de la raqueta, ya vencida.
Al día siguiente, domingo, mientras se cocinaba la final masculina del US Open, la tenista estadounidense recibía una batería de multas, que ascendía a 17 mil dólares, por violar el código de conducta. La oficina de open estadounidense impuso una sanción de 10,000 dólares por “abuso verbal” contra el portugués, otros 4,000 por haber hablado con su banquillo y 3,000 por romper su raqueta. La cantidad se descontará del premio que Williams logró como subcampeona del US Open, un total de 1.85 millones de dólares.
Llamado urgente a las pautas del tenis
Ahora bien, esto despertó demasiadas lagunas en el deporte del tenis y sus códigos. La leyenda Billie Jean King atribuyó al sexismo incidentes como estos.
´Cuando una mujer es emocional, ella es un histérica y se le castiga por ello. Cuando un hombre hace lo mismo el es franco y no hay repercusiones. Gracias, Serena, por recordar ese doble sentido´, expresó Jean.
El tema del sexismo en la cancha no es nuevo. Nada más este año figuraban los siguientes tres debates:
- El debate del calor extremo, si debe aplicarse para los hombres como el que tienen las mujeres.
- El debate de la vestimenta de Serena Williams para el pasado Abierto de Francia en el que se le impidió volverlo a utilizar.
- El debate sobre si una mujer puede cambiarse en la pista como lo hacen los hombres.
Mientras que Chris Evert, campeona de 18 grandes, opinó que Ramos debió hacerle una advertencia Williams antes de decretar la infracción por ´abuso verbal´ que desencadenó en perder un juego. Y la Asociación de Tenis Femenino también mostró su respaldó a Serena y denunció un doble estándar en el arbitraje de hombres y mujeres.
“La WTA cree que no debería haber diferencia en el estándar de tolerancia respecto de las emociones expresadas por hombres y mujeres y está decidida a trabajar con el deporte para asegurar que todos los jugadores reciban el mismo trato”, indicó Steve Simon, CEO del ente rector del tenis femenino, en un comunicado emitido en la noche del domingo. “Creemos que eso no ocurrió la noche anterior”.
Lo cierto es que este ´sal pa afuera´ que se formó en la final de el más famoso torneo internacional desata una ola de opiniones que no debe quedar ahí. Serena más allá de la llamada ´perreta´, que restó merito a la campeona nipona, abrió una caja de pandora. Ciertamente, el que la conoce sabe que no se detendrá y continuará con su mensaje:
‘”Los nichos de pobreza, discriminación y sexismo son mucho más difíciles de romper que el récord de los Grand Slam”, reafirma Serena.
Con esa línea, forzó su imperio, y a sus 36 años, lleva tres años consecutivos como la deportista mejor pagada del planeta, con una facturación de $18 millones, según la revista Forbes.
No aplaudo la reacción de Serena como deportista de altura. Su reacción podría ser atribuida a varias razones. Por ejemplo: a la confesada depresión posparto, a la histeria, a la rebeldía, a su frustración o simplemente es reincidente. En realidad, ahora mismo, no lo sabemos en concreto. Como tampoco sabemos los años de silencio de muchos tenistas elite, mujeres y hombres.
Ciertamente, Serena tendrá tiempo para reflexionar sobre lo sucedido y eso no la aleja de ser una heroína de la raqueta, empoderada, moderna, ambiciosa y ahora madre. Además de guerrillera de lo racial, social y de genero.
Ya lo había advertido en el 2016 cuando citó a Mather Luther King y advirtió:
‘Llega un momento en que el silencio es traición´. No me voy a quedar callada.
Ella es mujer. El estereotipo de ofender de cambiar camisa de ponerse lo más c omoda posible por hacer lo mejor que hace… nadie tienen el derecho de prohibir lo que hace una mujer si al igual forma lo hace un hombre…