“Pascal, tú papa está en el teléfono” su madre le dijo.
Tenía 11 años y había apenas terminado la primaria en Douala, Cameroon. Él presentía ya lo que su padre le iba a decir.
Siakam decía:
“Mi papa era un hombre estricto que realmente valoraba la educación, y él creía que el que yo estuviera en el seminario me ayudaría tanto en lo académico cómo en lo humano. Él ya había mandado a todos mis hermanos, así que sabía que mi turno estaba por llegar”.
Y entonces, el pequeño Pascal escuchó lo que no quería de su padre:
“Pascal, llegó la hora, irás al seminario”.

Él simplemente no quería ir. Había escuchado las historias de sus hermanos de lo que terrible que era ese lugar, pero su mamá le dijo que era por su bien.
Lloró cada día durante su primera semana ahí. Solamente tenía 11 años. Extrañaba a su familia. Extrañaba jugar fútbol con sus amigos. Le llamaba a su hermana mayor casi cada noche, le decía que era muy dura la vida en el seminario, pero ella le dijo que se mantuviera fuerte.
Sus tres hermanos mayores jugaron a un buen nivel baloncesto, en universidades de EE.UU. Pero Pascal prefería e incluso amaba el fútbol. Era su pasión. A su padre no le gustaba del todo esa idea, pues su más grande sueño era que alguno de sus hijos llegara a la NBA.

Evidentemente Pascal había jugado al baloncesto por la influencia de sus hermanos, pero él quería ser alguien “original” y destacarse en otras cosas. El soñaba con ser jugador profesional de fútbol y jugar con Samuel E’too en la Selección.
Pero su vida empezaría a cambiar completamente en 2012, cuando por fin se graduó del seminario. Durante el verano del 2011, él había estado presente en el campamento de Luc Mbah a Moute. Ahí llamó la atención y lo invitaron al ‘Basketball Without Borders camp’ en Sudáfrica.
Al principio Pascal iba declinar la invitación, pero su hermana Vanessa vivía en Sudáfrica y no la había visto desde hace algunos años. Entonces pensó que sería una buena idea aprovechar el viaje para ver a su hermana y divertirse un rato jugando.
En el primer día del campamento vió a dos tipos de un lado de la cancha. Él intuyó que eran importantes, entonces Siakam preguntó a otro niño:
-¿Quiénes son ellos? ¿Por qué tanto alboroto?
-Hombre, vamos, son ¡Serge Ibaka y Luol Deng!
-¿Quiénes? Dijo un Siakam confundido.
Resulta que Pascal apenas y veía la NBA. No tenía ni la menor idea de quiénes eran. Sin embargo, pensó, que si ellos habían logrado llegar a la NBA habiendo nacido en África, entonces era posible que él pudiera hacerlo con trabajo duro y dedicación.

De la noche a la mañana el baloncesto ya no era un simple deporte para él, era su pasión y la NBA su más grande sueño. Por supuesto que Siakam tenía cualidades innatas y en aquél campamento deslumbró a algunos entrenadores de preparatorias. Pronto le llegaría la oportunidad.
Uno de esos entrenadores, le ofreció una beca en una escuela llamada “God’s Academy” en Lewisville, Texas. Siakam tenía muchas dudas, pero su padre le animó a irse a perseguir su sueño y escalar un nuevo desafío en su vida. No hablaba inglés y nunca había salido de África.
El reto comenzaba. Nueva cultura. Nuevo idioma. Un océano de distancia de su familia. Iba a ser duro y él lo sabía. Vivía en una casa con otros estudiantes y una familia ‘host’.
Los primeros meses extrañaba mucho su casa, pero nunca pensó en rendirse. Si pudo sobrevivir al seminario con 11 años, seguramente podría adaparse a su nueva vida en EUA como adolescente, pensó.
Entonces llegó el primer GRAN desafío: En Camerún tenía talento natural y era muy atlético. Acá en EUA era uno más. Tenía que aprender a jugar Baloncesto.
Se sentía perdido, no tenía idea de lo que tenía que hacer y sus compañeros eran muy fuertes con Siakam, le hacían bullying
Cada día escuchaba de sus compañeros: “No sabes tirar”, “No puedes driblear”, “No sirves para esto”. Pero después de dos meses dijo “BASTA”. Su mentalidad cambió. Fue al GYM horas extras visualizando como la clavaría sobre sus compañeros y practicaba como un loco su tiro.
Siakam sintió que mejoraba con cada entrenamiento y cada partido. Recibió la atención de algunos programas universitarios. Uno de ellos fue New Mexico State, de la mano de Marvin Menzies, su entrenador en jefe.
Su camino en el ‘college’ iba a ser aún más duro. Sus nuevos compañeros le volvieron a molestar y a hostigar en todo momento.
“Había uno en particular, Tshilidzi Nephawe de 4° año, que era imparable. Cada vez que me emparejaba con él quedaba en ridículo. Entonces recordé lo que sentía durante los primeros meses en God’s Academy y recuperé esa mentalidad: Quiero ser mejor que el resto”, recuerda Siakam.
Su vida cambió para siempre en octubre de 2014 cuando recibió una llamada de su hermana mayor Raissa en Camerún. Eran noticias muy malas: Su padre había fallecido en un accidente automovilístico. Pascal estaba devastado, nada importaba en ese momento más para él.

Quería regresar inmediatamente a Camerún, pero su mama no lo dejó. Le dijo que su padre quería que siguiera jugando. De ahora en adelante jugaría para honrar la memoria de su padre. Desde ese día sintió que nadie iba a pararlo.
Uno de los compañeros de Siakam se lesionó al comienzo de la temporada y Pascal aprovechó la gran oportunidad en su primera temporada. Ganó el premio al ‘Mejor Freshman del Año’ en la Western Athletic Conference.
El 2° año en New Mexico fue el de la explosión total de Siakam. “Mejoró tanto en tan poco tiempo que estábamos asombrados. Pocas veces ves una curva de aprendizaje tan rápida en el baloncesto”, contaba su entrenador Marvin Menzies. Reclutadores de la NBA empezaron a voltear.

Entonces, Siakam decidió que probaría con varios equipos en los campamentos previos al DRAFT, para medirse a los mejores y decidir si estaba listo para dar el salto. Realizó numerosos entrenamientos, pero de ninguno salió satisfecho con su rendimiento.
Siakam decidió vivir la noche del Draft en un restaurante en Orlando, donde había realizado el último entrenamiento con el Magic. Ahí estaban sus hermanos, algunos amigos y su agente. Nadie sabía donde caería en el Draft o si de plano no sería elegido.
Y entonces el sueño llegó en voz de Adam Silver : “Con la 27º elección del Draft de 2016, los Raptors eligen a Pascal Siakam”. “Mi padre estaría tan feliz”, pensó, “me encantaría ver su reacción en este momento”.
Pascal aún recuerdo sus días en el seminario y ahora entiende por qué su papá creía que era tan importante. Le estaba dando las enseñanzas de vida y valores para tener éxito. Tenía que convertirse en un ser humano íntegro antes de cualquier otra cosa y así fue.
Hoy Pascal es el “Jugador Más Mejorado del Año” en la NBA. Es una estrella en ascenso y un pilar fundamental de los Raptors. La vida le puso muchos obstáculos, pero él fue muy fuerte para sortear las adversidades.
El número 43: Antes de empezar cada juego se toca primero el número 4 de su camiseta. 4 veces por su papá y sus 3 hermanos. Luego se toca el número 3. 3 veces por su mamá y sus dos hermanas. Después se persina y apunta al cielo. Y él sabe que su padre lo está viendo.

Fuente creador de hilos en twitter: Alfredo Gallegos.